Leyó este fragmento en la pantalla de su móvil :

«Ya tienes mi respuesta. Si me pides que decida si voy a querer un futuro contigo..blablabla..pues a este punto..a fecha de hoy..es. NO.Y como esto vale para el resto..pues ya esta»

Y después de sentir una punzada en el pecho y de muchos meses de ceguera descubrió que el amor no se podía pedir, no se podía acotar.

El amor estaba o no estaba, brotaba o no brotaba, nacía o no nacía y crecía o no crecía.

Lo descubrío muy tarde,tan tarde que se sintió culpable por no escuchar a todo aquel que se lo advirtió.

Si el amor solo tiene «peros» y no «paras» no es amor.

Ahora ya no importaba porque si uno no es capaz de ver algo por sí mismo es muy difícil que le abran los ojos.

Ella los abrió con un puñado de arena , más bien parecía sal gorda de lo que escocía y de lo fuerte que le hacía llorar.

Pero no importa la sal , ni la arena, ni siquiera importa el motivo del desamor. Lo importante es que se dio cuenta a tiempo de que eso que le daban no lo era.

Lo importante es que se dio cuenta de que también existe el amor sucedáneo como el chocolate.

Una falsa copia, algo que parece pero que si lo saboreas bien reconoces que no es auténtico.

Y es que a veces hay que haber probado chocolate genuino para reconocer el que solo es una mala copia.

A veces uno cree que siempre sus historias de amor serán bonitas , realmente deberían serlo ¿no?la cuestión es que si no lo son es porque una de las partes está falseando el amor.

Y es que nuestro corazón se pasa el día poniendo vendas en los ojos pero afortunadamente esas no duran eternamente.

Algunos puñados de arena consiguen traspasar la venda y entonces ya nada vuelve a ser lo mismo.

Hoy viendo su historia descubrí que algunas personas ante la imposibilidad de amar se frustran y lo pagan con las personas a las que supuestamente querían. Y me asombra que aun…

Hay gente que se muere sin saber amar, y es tan triste cuando lo pienso que me siento aun más afortunada.

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